¡Oh, esa noche allá! Yo pudiera olvidar mi edad, pudiera en algún momento aun olvidar mi nombre, pero nunca podré olvidar esa hora en la que Él me libertó del pecado. Algo profundo ocurrió en mí, que me ha ayudado a través de esas terribles horas oscuras. En la hora de mi liberación, el peso del pecado me dejó y yo fui una nueva persona. Desde entonces he sido una nueva criatura en Cristo Jesús.
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