¡Siempre nos maravillamos al darnos cuenta de que el Señor en verdad se preocupa por los suyos! Ya se trate de la escuela, el trabajo o el carro, el Señor se encarga de todo, si tan solo lo encomendamos a Sus manos amorosas.
¡Buenos días!
Quería compartir mi testimonio con todos ustedes; espero que le aproveche a alguien.
El verano pasado, necesitaba un carro para transportarme al trabajo. Solo tenía 16 años y trabajaba a tiempo parcial, ¡así que era muy complicado que me aprobaran un préstamo! Averiguamos a fondo en Internet y parecía que nada servía. Oramos por la situación, se la encomendamos al Señor y decidimos posponer la búsqueda hasta la primavera.
Unos días después, mi mamá estaba navegando por Internet y vio un Ford Explorer 2003 en venta. El motor no funcionaba, pero el vendedor ofrecía otro que era compatible. Solo pedía 900 USD, así que lo contactamos de inmediato. Papá conocía a alguien que sabía reemplazar el motor ¡y en octubre ya tenía mi carro! Lo aseé y me funcionó bien. ¡El Señor me lo puso en bandeja de plata! Como a todos los carros usados, le llegaron sus achaques, pero por eso fue que le cogí aprecio ¡y ningún otro carro andaba como Nigal!
El pasado mes de junio, comenzó a averiarse. Los cambios se atascaban y traqueteaba después de manejarlo por un tiempo. Papá pensó que quizás le hacía falta líquido de transmisión, pero no encontró dónde añadirlo. El líquido lo debía introducir un mecánico, lo cual era muy inoportuno, ya que vivimos a treinta minutos de la ciudad. Seguí usándolo, con la disculpa de que nos encargaríamos del problema después. Fue de mal en peor, hasta que pensamos que quizás se trataba de la transmisión misma. Había dejado de trabajar para enfocarme en la escuela y estaba ayudando a papá para aportar a mis gastos, pero una transmisión nueva podía costar mucho. Averigüé en Internet que los Ford Explorer 2003 tienden a fallar en la trasmisión. Perdí la esperanza y pensé que tendría que comprar otro carro.
Un día, estaba manejándolo y empezó a meter cambios y traquetear. Me enojé. Había escuchado varias cintas y al parecer cada una habló de que si uno pide recibirá o que Él le concederá a uno los deseos del corazón. Pensé: “El Señor me dio este carro. Él sabe que no puedo pagar un cambio de transmisión ni un carro nuevo”. Por tanto, ahí mismo oré y una gran paz llenó el carro; supe que Él se encargaría del asunto. Lo dejé guardado por unas semanas, hasta que lo llevamos al mecánico un martes por la noche. El miércoles llamaron para avisarnos que no encontraron ningún problema en la trasmisión, pero unas llantas estaban más desgastadas que otras y esto hacía que la doble tracción oscilara. Hasta que no compráramos llantas nuevas, no podían saber si había otro problema.
Mis padres me consiguieron las llantas ¡y desde entonces funciona excelente!
Otra persona pudo haberse quedado con el carro, ¡pero el Señor sabía que me encantaría y me lo conservó! ¡Dios provee a los suyos y me alegra mucho decir que soy uno de ellos!
¡Espero que el Señor los bendiga tanto como a mí!
La Hermana Lauren
Que vaya y venga lo que sea; si vive, si muere, si Ud. es esto, aquello o lo otro; nada lo separa del amor de Dios, que está en Cristo Jesús. A los Cristianos no se les promete un cómodo lecho de flores, sino que se les promete la gracia suficiente para cada necesidad que tengan. Amén. ¡Vaya!, creo que me siento religioso ahora mismo. ¡Piénsenlo! Sí, señor. Porque, cuando me fatigo y titubeo, miro para allá y veo esto sucediendo, aquello sucediendo, pero pienso: “Espera un minuto. ¡Vaya, vaya!”. ¿Ven? Allí se encuentra el Lirio del Valle (Ley o gracia, 54-1006).