Es fácil quedar sumergido en actividades y tareas durante la ajetreada temporada navideña; pero el Señor tiene un medio con el cual enfocar la atención de nuestras mentes y nuestros corazones en Él. Esta hermanita disfrutaba del día con su mamá en la ciudad, cuando el Señor decidió mostrarle Su amor.
Con todas las personas que existen en el mundo, Dios aun así dedicó tiempo a escuchar mi oración de fe. Solo quiero compartirles un pequeño testimonio de la pérdida de mi billetera y cómo Dios me mostró Marcos 9:23 (“Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible”).
Esta misma tarde, salí con mi mamá para comprar papel de envoltura y algunos regalos para mi familia. Se me había ocurrido una buena idea con respecto a una manualidad y quería comprar todos los materiales; por tanto ¡me sentía muy emocionada! Llevé mi billetera de color aguamarina colgada de la mano al almacén (le había quitado la correa más larga, que sirve para colgarla del hombro).
Con mamá nos dirigimos inmediatamente a la sección de manualidades y buscamos el papel y la cinta. Como intentaba escoger el mejor papel, tenía las manos llenas-. Cuando hallé exactamente lo que necesitaba, le dije a mamá que nos encontráramos al frente del almacén dentro de 10 minutos, ya que necesitaba hacer unas compras secretas. Empecé a recorrer el almacén dirigiéndome a las secciones de atrás; pero me detuve al toparme con la sección de repostería. Me encanta hornear, así que ¡tenía que ver los descuentos! Creo que Dios me detuvo allí para que no avanzara, pues no habían transcurrido más de 5 minutos cuando me di cuenta de que no tenía la billetera.
De inmediato me fui de allí y vi a mamá en el camino. Le conté que había perdido la billetera y que estaba segura de que la había traído colgada de la mano. Por eso recordaba que la sección de manualidades era el último lugar donde la vi. Después de decirle a mamá que iba a mirar allá, en seguida regresé y ¡busqué por todo el lugar, exactamente donde recordaba haberla dejado! Como había pasado poco tiempo antes de volver, pensé que mi billetera estaría esperándome en el estante; pero no estaba allí. Acudí a una empleada y ella me aconsejó que indagara con Servicio al Cliente. Angustiada le conté a mamá que ahí había guardado mis carnés escolares, mi licencia, mi tarjeta de débito, un poco de dinero en efectivo y mi iPod. No me gusta la sensación de tristeza que produce la pérdida de algo; pero así me sentía en ese momento.
Llevé a mamá al sitio donde la había dejado. Decidimos orar para que la encontraran y la devolvieran a Servicio al Cliente. Después de buscar por el lugar, terminamos de hacer las compras y fuimos a pagar. Pregunté en Servicio al Cliente si habían hallado una billetera de color aguamarina con carnés escolares y un iPod. Después de dejarles mi nombre y un número telefónico y hacer la última búsqueda, tuvimos que marcharnos del almacén para que mamá me llevara al trabajo. Mamá me dijo que no me preocupara y que le avisaría a papá de modo que él pudiera comunicarse de nuevo con el almacén.
En el trabajo pensé que el tiempo se pasaría muy despacio. En la mente creaba escenas, por ejemplo que aparecía mi billetera y mis padres la tendrían; o que tardaría una semana esperando oír noticia del almacén. Deposité mi fe en Dios y todos mis pensamientos giraban en torno a los himnos de Young Foundations. En menos de nada, habían transcurrido dos horas y mis padres habían llegado para recogerme. Papá quería regresar al almacén, así que nos dirigimos directamente a Servicio al Cliente y les mostramos la otra correa de color aguamarina, la cual tenía guardada en la casa. Mientras papá hablaba con una empleada que yo había visto unas horas antes, ella dijo: “Ah, ¿la encontraron?”. Al principio me alegré mucho, pero después me pareció que solo se trataba de una pregunta debido a que no la habían encontrado. Otra señora se retiró por la parte de atrás y, gloria a Dios, ¡salió con mi billetera! Luciendo una enorme sonrisa, agradecí a la señora. Mientras salíamos, mis padres me contaron que también oraron en casa y que mientras yo trabajaba, el almacén llamó al número telefónico que les di, informándolos a ellos de que la habían hallado.
Le agradecí a Dios por la persona que devolvió mi billetera ¡y Le pedí que la bendijera en esta Navidad! Me alegró mucho que Dios respondiera mi oración y me asombró que Dios permitiera que en menos de tres horas la encontraran y la devolvieran a Servicio al Cliente. Además, no hurtaron ni un centavo de mi billetera; todo estaba intacto. Yo creo que todo sucede con un propósito, y Dios estaba mostrándome que Él me acompaña a cada momento.
Su hermana de Ontario, Canadá