Él puede sanar todas las enfermedades

El diablo ha dominado la técnica de inundar nuestra mente de miedo y duda; pero él no es rival para nuestro Dios. Nosotros simplemente creemos, desenvainamos la Espada de la Palabra y luchamos hasta lograr la victoria en el Nombre del Señor Jesucristo.

Querido YF:

Me gustaría compartirles un testimonio que no es muy grande, pero Dios es capaz de sanar lo insignificante.

Fue durante un servicio dominical matutino, mientras escuchábamos La más grande batalla jamás peleada, que noté una hinchazón en el dedo y pensé que era causada simplemente por una astilla. Intenté retirarla, pero resultó que no había nada. El lunes por la mañana, me desperté con hinchazones en los pies y los dedos. Se sentía como si se me hubieran incrustado astillas y era muy incómodo. En el transcurso del día no dejaban de aparecer, así que decidí orar. Simplemente pedí que se desvanecieran.

Cuando me levanté el martes por la mañana, habían salido más. Pensé: “Dios no las desvaneció”. Me sentí muy culpable por pensar así y decidí alabarle por sanarme. ¡No siguieron apareciendo! El miércoles, cuando desperté, ¡ya no quedaba ni uno y ni siquiera me dolía!

¡Gloria a Su santo Nombre! ¡Él puede sanar todas las enfermedades!

Su hermana en Cristo

Y orarán por nosotros una noche y a la mañana siguiente aún tendremos malestar de estómago; diremos: “Quizás no recibí mi sanidad; tengo que pasar por la línea de nuevo”. ¡Oh!, ¿Ud. se considera un hijo de Abraham? Aleluya. Si Dios hizo una promesa, Dios dio una promesa y Ud. créala; no me importa lo que suceda; es suya. Peleé contra el diablo en cada onza de terreno en que él se pare; acérquese y quítesela. Empuñe la espada de la Palabra. Las promesas de Dios son verdaderas. Nada puede detenerlas; son las promesas de Dios (Habla a la peña y ella dará su agua, 60-0723).

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