Palabras de aliento de parte del Señor

El Señor siempre sabe exactamente qué darnos y el momento preciso en que lo necesitamos. Parece que las palabras de aliento siguen pasándose de un testimonio a otro.

Saludos, hermanos y hermanas en Cristo:

Tengo 14 años y me gustaría compartir este testimonio, que trata de unas palabras de aliento que me dio el Señor por medio de un buen amigo.

En la clase de la Biblia (estudio en casa), estoy leyendo Un profeta visita Sudáfrica y lo disfruto. Llegué a la sección de los testimonios y me interesó uno en especial. Trataba de una hermana que sufría del corazón y oró a Dios para que le permitiera estar en la primera línea de oración. Recibió la tarjeta número 3 y llamaron de la 1 a la 15. Cuando le llegó el turno de recibir oración, el Hermano Branham le dijo: “Buenas tardes, hermana. Ud. es una creyente”, procedió a detallar sus problemas y le anunció que su fe ya la había sanado. La hermana testifica que para ella escuchar esas palabras del profeta (“Ud. es una creyente”) significó más que su sanidad, pues podía entrar al Cielo con un cuerpo enfermo, pero no con un alma enferma.

Me di cuenta de lo que debió sentirse oír al Hermano Branham llamarlo a uno Cristiano. Unas noches después, mientras oraba antes de que comenzara el servicio, le pedí al Señor: “Exprésame eso mismo a mí de alguna forma”.

Después de ese mismo servicio, mientras confraternizaba con mis amigos, un hermano me abordó, me estrechó la mano y me dijo: “Te amo, hermano; eres asombroso”.  Me impresioné y le pregunté qué lo había llevado a decir eso, a lo que respondió: “Porque eres un buen Cristiano”. Se lo agradecí mucho. Eso me hizo sentir muy bien. De inmediato recordé lo que le pedí al Señor antes del servicio.

Eso me reconfortó mucho y solo quería compartirlo con todos. ¡Dios los bendiga!

Y me pregunto si el Señor a veces nos permite estar todos quebrantados, donde Él pueda moldearnos, formarnos, y cambiarnos un poco, y bendecirnos, y darnos un beso en las mejillas, y decir: “Mi hijo, estoy contigo y te daré un poco de ánimo; sigue así” (Yo restauraré, 57-0309b).


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